jueves, 24 de mayo de 2012

Los Edificios y Nosotros


La Lógica del Ahorro


Pasamos la mayor parte de nuestra vida dentro de edificios. De nuestra vivienda al colegio/trabajo, el gimnasio, locales de ocio…

De hecho podríamos trazar una cronología de nuestra vida en función de los edificios con los que nos relacionamos. Primero y como constante con la vivienda, primero la de nuestro padres y luego con la propia y de manera paralela, el jardín de infancia, el colegio y más tarde la educación secundaria, en paralelo aparecen los locales de ocio; espacios deportivos, bares, teatros, salas de conciertos. Nos hacemos adultos y empezamos a pasar una gran parte del tiempo en nuestro lugar de trabajo que complementamos con momentos de ocio en teatros, hoteles, restaurantes… conforme va pasando el tiempo aparecen otros nuevos edificios que identificamos con la tercera edad; hogares de mayores, hospitales…

Pero… además de pasar en ellos una gran parte de nuestro tiempo ¿Qué sabemos de los edificios en los que vivimos? ¿Qué relación tenemos con ellos?  



La mayor parte del tiempo que alguien pasa en una edificación lo hace dentro de una vivienda, pero la lógica del consumo ha alejado a la gran mayoría de las más simples revisiones y comprobaciones, del mantenimiento anual, de la lógica del ahorro
 Abundan los expertos en electrodomésticos eficientes, quien tiene instaladas bombillas de bajo consumo y electrodomésticos triple A, pero se desconoce el gasto energético de una vivienda y las diferencias entre dos viviendas en términos de ahorro energético.

Como exigencia derivada de la Directiva 2002/91/CE cuando la CEE publicó la “Directiva Europea de Eficiencia Energética en Edificios”, en el 2007 se modificó el  ordenamiento jurídico español a través del Real Decreto 47/2007, por el cual se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de edificios de nueva construcción y los que se rehabiliten o proyecten después del año 2007.

Conforme a esta Certificación de Eficiencia Energética de Edificios, se le asigna una calificación energética a cada edificio en función de la calidad de sus instalaciones de suministro de energía, y de sus características constructivas, que afectan a la demanda energética (aislamiento, cerramientos, etc.).

Junto a esta Certificación, los edificios disponen de una etiqueta energética similar a las que presentan otros productos. Esta etiqueta debe incluirse en toda la publicidad utilizada en la venta o alquiler del edificio, de esta forma a cada edificio se le asignará una clase energética, siguiendo una escala de siete letras y siete colores que determinan si el edificio es más (clase A) o menos eficiente (clase G).
La valoración se realiza en función del consumo energético, emisiones de CO2, características constructivas e instalaciones de calefacción, agua caliente sanitaria y climatización.



Esta es la única manera para los ciudadanos de obtener información veraz y objetiva del comportamiento energético de los edificios, permitiendo realizar comparaciones que favorezcan una mayor demanda de edificios de alta eficiencia energética y favoreciendo una mayor transparencia en el mercado inmobiliario. Esto ayudará a promover la eficiencia energética y a fomentar la mejora de la calidad de las edificaciones para adecuarse a las nuevas exigencias energéticas en la edificación.

Hay que señalar que el sistema de certificación y la etiqueta energética no tendrán ningún sentido si no es reconocida más allá del sector de la construcción, que se ve obligado a implementarla. Será decisiva la divulgación que de ella se haga para lograr  que el público en general comience a incluir conscientemente criterios medioambientales en su relación con los edificios.

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